Estaba por aterrizar cuando sonó la alarma de precaución y se empezó a sacudir todo. El pánico inundó el silencio. Todo era un griterío, de palabras sin rima y sin sentido. Me dieron oxígeno pero mis pulmones no reaccionaban. Y sentí que caía en un sueño profundo. Seguía suspendida en el aire por un deseo. El deseo de volar.
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